Por Ricardo Hepp K. , Presidente de la Asociación Nacional de la Prensa.
Como ocurre con otras áreas de interés para los jóvenes, como la música o el deporte, las Olimpiadas de Actualidad se convirtieron en un punto de encuentro valorado por estudiantes que buscan marcar la diferencia y aportar, desde una visión crítica, fresca y creativa, a construir una mejor sociedad.
En los últimos años realizando este proyecto, ha sido recurrente oír a los profesores y a las autoridades de educación sorprenderse por las capacidades y el entusiasmo de los jóvenes por leer noticias, discutir y opinar, y decir que frente a ellos tienen a quienes serán los nuevos líderes de opinión. Son jóvenes astutos y reflexivos, que durante casi un año, en compañía de sus maestros y compañeros, se dedican con ímpetu a la comprensión de lo que ocurre en el país y en el mundo, haciéndose más fuertes en lo intelectual y en lo emocional y poniéndose a prueba a sí mismos. Allí hay un doble mérito, porque este esfuerzo que, muchas veces, implica estudio y práctica en su tiempo libre, es además una elección voluntaria.
Así se van rompiendo mitos sobre los jóvenes, porque la alta calidad de su desempeño en el concurso, el aumento de su participación y del compromiso de los colegios, demuestran que la edad, el boom tecnológico y la desafección con lo público, no han minado la pasión genuina que tienen por convertirse en voz opinante y constructiva para nuestra sociedad. Por el contrario, vemos con satisfacción que son perceptivos, agudos y exigentes con su entorno social, todos atributos que permiten enriquecer el debate, hacernos más tolerantes y abrir la puerta a nuevas miradas e ideas.
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